La concentración de gases de efecto invernadero sigue en aumento, y el planeta nos envía señales claras de alarma. ¿Qué significa este nuevo récord y qué podemos hacer para frenar el cambio climático?
Un año récord en la concentración de gases de efecto invernadero
2023 ha marcado un hito preocupante en cuanto a los niveles de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, según un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Las concentraciones de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O) han alcanzado niveles sin precedentes, lo que intensifica el cambio climático y pone en riesgo el equilibrio ambiental.
Con un incremento del 265 % en los niveles de metano y un alza del 151 % en CO2 desde la era preindustrial, el informe señala que el calentamiento global podría estar cerca de un punto de no retorno. Estos gases, que se acumulan principalmente debido a actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, agricultura y deforestación, afectan los ecosistemas de formas irreversibles.
CO2: el gigante invisible en el cambio climático
El dióxido de carbono, responsable del 81 % del calentamiento global, sigue siendo el GEI más preocupante. Su concentración actual en la atmósfera ha superado las 420 partes por millón (ppm), una cifra sin precedentes. Esto significa que el planeta podría entrar en un “ciclo de retroalimentación” donde la capacidad de absorción de CO2 en los océanos y bosques se reduce, acelerando el calentamiento global aún más.
Metano y óxido nitroso: pequeñas cantidades, gran impacto
Aunque el metano y el óxido nitroso están en menores concentraciones, su efecto en el clima es considerablemente potente. Con una duración más breve en la atmósfera que el CO2, el metano tiene un potencial de calentamiento mucho más intenso. Actualmente, su concentración ha alcanzado 1,934 partes por mil millones (ppmm), un valor que sigue aumentando debido a prácticas agrícolas, explotación de gas natural y procesos industriales. En tanto, el óxido nitroso, con una concentración de 336,9 ppmm, proviene principalmente de la agricultura y los fertilizantes químicos, y tiene un poder de retención de calor 300 veces mayor al del CO2.
¿Qué significa este récord para el futuro climático?
Las consecuencias de estos niveles sin precedentes de GEI se reflejan ya en fenómenos climáticos extremos, como olas de calor, incendios forestales, inundaciones y sequías prolongadas. La OMM advierte que, incluso si las emisiones se redujeran a cero en un tiempo récord, los efectos de estos gases seguirían en la atmósfera por décadas. La temperatura global, según la NOAA, podría mantenerse elevada hasta mediados del siglo debido a la larga duración de los GEI en la atmósfera.
Lo que podemos hacer: mitigar y adaptarse
Para enfrentar este problema, se necesitan esfuerzos colectivos en reducción de emisiones, con cambios en los sistemas de energía, transporte, alimentación y consumo. Las soluciones incluyen:
- Transición a energías renovables: Reemplazar combustibles fósiles por fuentes de energía como la solar, eólica o hidroeléctrica.
- Agricultura sostenible: Fomentar prácticas agrícolas que reduzcan la emisión de GEI, incluyendo el uso de fertilizantes naturales y técnicas de rotación de cultivos.
- Protección de los ecosistemas: Preservar los bosques y océanos que capturan CO2 es esencial para mantener el equilibrio de gases en la atmósfera.